"La certificación nos permite apuntar a Estados Unidos y China, mercados de mayor valor"

Friogan recibió a principios de este año la certificación y autorización sanitaria para tres de sus cuatro plantas en el país. En entrevista con Agronegocios, Carlos Patiño, presidente de la organización, indicó que la inversión en hila adecuación para lograr los certificados fue de $12.000 millones. Además, dijo que todavía falta profesionalizar los predios para establecer al país como un referente de exportaciones.

¿Qué balance puede hacer de 2020?
La conclusión es que los resultados para Friogan fueron muy positivos. Fuimos de las pocas empresas que durante el año pudieron sacar adelante la mayoría de sus proyectos y desarrollar su actividad casi de manera normal. Estuvimos muy impactados en abril en la demanda, luego se normalizó y en mayo empezó a aumentar. La curva venía subiendo hasta diciembre por el nuevo pico. En cuanto a volumen de sacrificios tuvimos una caída de 1,6%, pero en ingresos crecimos 3,6% con relación a 2019. Mientras tanto, en utilidades registramos un aumento de 27%.

¿Qué significa tener certificación 1.500?
Pudimos continuar con nuestras inversiones y reactivamos las obras civiles para aumento de capacidad instalada de las plantas, así como las adecuaciones necesarias para lograr la certificación. A mediados de segundo semestre logramos certificar las plantas de Villavicencio, La Dorada y Corozal. Las inversiones suman $12.300 millones.

¿Les permite entrar a nuevos mercados?
Obtener la certificación nos abre la oportunidad de tener nuevos mercados, apuntar a países de mayor valor que los que tenemos actualmente. La certificación nos permite apuntar a Estados Unidos y China, con los cuales se adelanta el trabajo de diplomacia sanitaria por medio de Fedegan y el Gobierno.

¿Cuándo empezarán a exportar de manera directa?
Friogan tiene la proyección de empezar exportaciones de manera directa como empresa en marzo a Medio Oriente y queremos tener una participación de entre 5% y 7% de las exportaciones que hace Colombia. Tenemos como proyección sacrificar 10.000 animales para exportar, es decir, 1.800 toneladas de carne.

¿Qué la hace falta al país para posicionar la carne colombiana?
Hay temas pendientes que han desarrollado un lastre. El primero es un tema de trazabilidad en la ganadería. Es un requisito que piden muchos países. Llevamos mucho tiempo trabajando, pero estamos muy quedados. Lo segundo es que Colombia todavía tiene un reto importante en la implementación de la norma sanitaria del decreto 1.500. Hay que acortar las cadenas de comercialización e intermediación. También profesionalizar los predios.

¿Qué preocupaciones tiene la empresa?
Colombia tiene que regular la exportación de animales en pie. Creció muchísimo el año pasado. Muchos fueron animales de menos de 300 kilos, que no tienen valor agregado, que son materia prima cruda. Eso empieza a competir con la propia exportación de carne. En Colombia hay empresas que le pueden dar valor agregado al producto, nos corresponde a nosotros, no al país al que llega el animal.