Fedepalma lanza una hoja de ruta para una palmicultura sostenible y competitiva
Este martes comenzó en Cartagena, en el centro de convenciones, la conferencia internacional sobre palma de aceite. Nicolás Pérez Marulanda, presidente de Fedepalma, dio apertura el evento y expuso los principales desafíos y oportunidades que enfrenta esta agroindustria en el contexto global actual. El discurso giró en torno a tres grandes ejes: la paradoja demográfica, el abastecimiento sostenible y la diversificación hacia nuevos mercados.
Sobre la paradoja demográfica: crecimiento, envejecimiento y migración; Pérez Marulanda alertó sobre una "paradoja demográfica" que está transformando la dinámica de la agricultura: el crecimiento de la población mundial, el envejecimiento acelerado y la migración del campo a la ciudad.
Según proyecciones, para 2033 la población global alcanzará los 8.700 millones, lo que aumentará la demanda de alimentos y energía. Sin embargo, argumentó que el envejecimiento poblacional está reduciendo la fuerza laboral joven, afectando directamente sectores como la palmicultura. En Colombia, más del 50% de los palmicultores superan los 55 años, y la tasa de natalidad en ciudades como Bogotá ya es inferior a la de Tokio.
A esto se suma el fenómeno de urbanización. En América Latina, 8 de cada 10 personas viven en ciudades, lo que genera un vacío generacional en las zonas rurales. Frente a este panorama, el llamado fue claro: atraer a nuevas generaciones al campo mediante la innovación, la educación y la tecnología.
El segundo reto abordado fue el desbalance entre una demanda creciente y una oferta con restricciones. Actualmente, el aceite de palma y palmiste representa el 34% del mercado mundial de aceites y grasas, pese a ocupar solo el 8% del área sembrada en cultivos oleaginosos.
No obstante, la producción enfrenta serios desafíos. Entre ellos, el envejecimiento de las palmas en países productores como Indonesia, Malasia y Colombia. En el caso colombiano, 300.000 hectáreas llegarán al final de su vida productiva en la próxima década, lo que hace urgente la renovación de cultivos. El directivo advirtió que esta es una decisión estratégica que debe tomarse con visión empresarial, educación financiera y planificación a largo plazo.
Además, añadió, la productividad ha mostrado un estancamiento. El reto es cerrar las brechas entre regiones y tipos de productores, promoviendo la adopción de cultivares más eficientes y buenas prácticas agronómicas.
En cuanto a la expansión de áreas cultivables, Colombia, de acuerdo con el presidente de Fedepalma, tiene una ventaja: cuenta con tierras aptas para cultivo sin necesidad de deforestar. No obstante, se hizo un llamado a crecer de forma responsable, considerando los efectos del cambio climático en la disponibilidad futura de recursos como el agua y la temperatura.
El tercer reto, y muy importante, son los nuevos mercados: biocombustibles, SAF y alimentación animal. Este eje del discurso giró en torno a las oportunidades que abre la transición energética. Se destacaron dos sectores emergentes:
El combustible sostenible para aviación (SAF), que podría generar una demanda de 655.000 toneladas de aceite de palma en Colombia hacia 2035 y el diésel marino renovable, otra alternativa con alto potencial.
Además, el biodiésel sigue consolidándose: en Colombia, la mezcla del 10% duplicó la demanda interna sin afectar el consumo humano. En países como Indonesia y Brasil, se están incrementando los porcentajes de mezcla, lo que reduce la oferta exportable y presiona el mercado global.
La alimentación animal también se presenta como una nueva vía. Investigaciones recientes en EE.UU., expuso en su presentación, han demostrado que el aceite de palma colombiano puede mejorar la eficiencia en la producción avícola y porcina.
La sostenibilidad como ventaja competitiva
Pérez Marulanda subrayó que todos estos desafíos se enmarcan en lo que la ONU denomina la "triple crisis planetaria": cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación. En respuesta, señaló, la palmicultura colombiana ha elegido la sostenibilidad como eje de competitividad.
Entre los logros destacados están: un sistema satelital de monitoreo de deforestación que cubre el 16% del territorio nacional; bajos niveles de emisiones de carbono, superando estándares internacionales; economía circular y uso de biogás en 27% de las plantas extractoras. También, 82% de las fincas georreferenciadas, lo que fortalece la trazabilidad del producto.
Esto sin contar con la estrategia APSColombia, que certifica a más de 400 productores bajo estándares de sostenibilidad, y que está alineada con el Reglamento Europeo contra la Deforestación (EUDR).
No obstante, enfatizó que la carga de la sostenibilidad no puede recaer exclusivamente en el productor, quien muchas veces es el eslabón más vulnerable. "El compromiso debe ser colectivo: producir de manera responsable, demandar productos sostenibles y pagar precios justos", puntualizó.
Finalmente, el discurso hizo un llamado a fortalecer la sincronía entre sector público y privado. "En Colombia, la parafiscalidad ha sido clave para financiar investigación, asistencia técnica y apoyo a pequeños productores, que representan el 74% del sector. Sin embargo, el éxito a largo plazo también dependerá de garantizar seguridad jurídica, infraestructura, educación rural y un entorno regulatorio estable".
Para cerrar, el presidente de Fedepalma dejó tres mensajes claves para el futuro del sector: renovar y modernizar las plantaciones para garantizar la productividad; atraer a nuevas generaciones al campo con tecnología e innovación; y aprovechar los nuevos mercados energéticos sin comprometer la seguridad alimentaria.
"Colombia tiene tierra, tiene conocimiento y tiene compromiso. América Latina tiene una posición privilegiada. Si trabajamos juntos como región, podemos liderar el futuro sostenible de la palma de aceite en el mundo", concluyó.