Estos son los aspectos clave para poder realizar un programa de control de plagas
Los productores del campo constantemente están a la expectativa de lo que pueda suceder con sus cultivos por diferentes circunstancias que llegarían a afectarlos, como son las plagas y enfermedades que atacan a las plantaciones. Precisamente, los agricultores por causa de estas circunstancias están enfrentando descensos en la producción de sus siembras, ya que estas circunstancias destruyen hasta un 40 por ciento los cultivos mundiales cada año, dejando pérdidas estimadas en US$220.000 millones, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Por eso los cultivadores deben implementar un adecuado control de las plagas y enfermedades que les permita tener la capacidad de garantizar la productividad de sus plantaciones. De ahí que para llevar a cabo un programa exitoso en dicho sentido es importante que combinen la prevención, la identificación temprana de estos factores, y el uso de métodos de control integrales y efectivos de los mismos.
Carmen Julio Duarte, director técnico de Fenalce, al respecto señala: “Lo ideal es tener un monitoreo de plagas y enfermedades de los cultivos, y la estrategia a seguir es el fortalecimiento de las Mesas Sanitaria Regionales o los Consejos Sanitarios Regionales como los llama el ICA”. A partir de esta estructura, donde participamos todas las entidades, indica Duarte, se arman los planes de monitoreo, con el apoyo del ICA y de manera articulada se define la estrategia a seguir, para observar la zona de influencia regional específica que se va tratar.
“Ese monitoreo se hace desde la siembra, comenzando a identificar plagas y enfermedades en la germinación, lo cual se realiza periódicamente para determinar en qué zonas se está formando una situación de estas, para activar así un sistema de alertas tempranas y proceder a hacer un manejo integrado de las mismas, que contempla un control cultural, legal, biológico o químico, que debe estar supeditado a la evaluación que hagan los ingenieros agrónomos en campo”, dice Duarte.
Entre tanto, Leonardo Ariza Ramírez, gerente general de Acosemillas, considera que un sistema de control de plagas exitoso se inicia con la escogencia de una semilla autorizada y las siembras en las fechas indicadas por el ICA.
“Esto se debe combinar con conocimientos técnicos, buenas prácticas agrícolas (BPA) y el uso responsable de tecnologías disponibles. La investigación y el desarrollo de nuevos cultivares por parte del sector semillero deben ser intensificados, apoyados por políticas públicas que incentiven la innovación y la transferencia tecnológica”, advierte Ariza.
A lo anterior, se debe sumar la incorporación de biotecnologías avanzadas y el fortalecimiento de los sistemas de certificación y trazabilidad, los cuales serán fundamentales para ofrecer semillas de alta calidad y confianza a los productores. En los últimos años, el mercado ha avanzado significativamente en el desarrollo de tecnologías más eficaces, sostenibles y amigables con el ambiente para el control de plagas, como la inteligencia artificial (IA), la teledetección con drones, la medición con temperaturas para revisar la estancia de un organismo no deseado que interfiere en el desarrollo de los cultivos y en general el monitoreo científico.
La tecnología
La integración de las tecnologías avanzadas se ha convertido en una herramienta esencial, por ejemplo, para enfrentar la amenaza de la chicharrita, que es una plaga grave para los productores de maíz, principalmente en Argentina, que es un esfuerzo de otras naciones por ligar el control de plagas con la tecnología.
Una de las innovaciones más destacadas es el uso de los modelos predictivos que, mediante información georreferenciada y algoritmos matemáticos, permiten identificar áreas propensas a la infestación de la plaga. Esta metodología facilita el tomar medidas preventivas y reduce exponencialmente la dependencia de insecticidas químicos.
Otro de los mecanismos más utilizados es la técnica de interferencia por ARNi, que es una herramienta biotecnológica útil para silenciar la expresión de genes específicos, disminuyendo o impidiendo la síntesis de proteínas esenciales para la plaga, que permite el diseño de bioplaguicidas ambientales seguros. Esto, en la actualidad, ha mostrado resultados prometedores, ya que logra interferir con los procesos vitales de la chicharrita, manteniéndola bajo control y sin causar mayor daño en el medio ambiente.
La adopción de herramientas digitales y automatizadas también está revolucionando el manejo de plagas. Por ejemplo, los sistemas de monitoreo remoto, trampas inteligentes y drones equipados con sensores que permiten una vigilancia constante y en tiempo real de los cultivos. Estas tecnologías facilitan la detección temprana de infestación y la aplicación localizada de tratamientos, permitiendo la optimización de recursos.
En Argentina, la respuesta a la crisis de la chicharrita ha impulsado una transformación tecnológica en el sector agrícola, pues han implementado prácticas importantes como siembra directa en un 94% y un ajuste en la densidad sembrada según las condiciones de cada región, demostrando lo relevante que es la unificación de la tecnología y el conocimiento agronómico.
A pesar de que hoy por hoy se cuenta con avances, aún se tienen grandes desafíos. Como es el caso de la dependencia excesiva de insecticidas que a largo plazo no son sostenibles por posibles efectos adversos en el medio ambiente, en la salud del cultivo y humana.