En el día mundial de las legumbres, el fríjol y la arveja son los más sembrados en Colombia
Las legumbres son un cultivo muy importante en la economía agrícola, ya que parte de los productores son familias que basan sus ingresos en la producción de estos alimentos. Sumado a ello, son base fundamental de una alimentación saludable al punto de que la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda un consumo diario ideal de 400 gramos entre frutas y hortalizas.
Pero más allá de su valor agrícola y nutricional, aún existen oportunidades para su desarrollo y que su producción sea más eficiente.
En Colombia, la última Encuesta Nacional Agropecuaria reportó 254.925 hectáreas de cultivos de hortalizas, verduras y legumbres en el país; siendo este el séptimo grupo de cultivos del inventario agropecuario, después de agroindustriales, cereales, plantaciones forestales, barbecho, tubérculos y plátano y frutales, respectivamente. En este grupo, los cultivos de fríjol (41,6%) y arveja (13,5%) presentaron la mayor participación.
“Las legumbres son una opción realmente vital para mantener la seguridad alimentaria en regiones donde, por ejemplo, la carne y los lácteos no son de fácil acceso. Por esta razón, uno de los retos es ofrecer a los agricultores soluciones para la protección de cultivos que les permitan producir de forma eficiente, en un país como Colombia con los retos de alimentación que tiene y por supuesto, un planeta con grandes desafíos como la deforestación, la erosión, el crecimiento de la población mundial y la disminución del área con potencial agrícola”, afirmó Vanessa Villareal, gerente de Marketing Estratégico de Soluciones para la Agricultura para Latinoamérica Norte de BASF.
En Colombia menos de 40% de los agricultores usan tecnología como riego por goteo y producción bajo cubiertas o invernaderos por la forma tecnificada en su producción, por lo que existe una oportunidad de mejora en el agro que permitirá la dinamización de otros sectores de la economía como la de insumos, maquinaria e importación de semillas, y aumentar la productividad de manera exitosa en el campo.
Entre las principales formas para fortalecer la producción de leguminosas y lograr cultivos más sostenibles, hoy existen materiales con resistencias genéticas a enfermedades y algunas plagas que atacan los cultivos. También soluciones con tolerancias a condiciones abióticas, tales como sequía, exceso de humedad, bajas temperaturas o suelos salinos que permite a los agricultores ser más eficientes en la etapa de producción y mantener un adecuado suministro.
“Por ejemplo, existen semillas de hortalizas tolerantes a la sequía, lo que permite que las necesidades de agua de las plantas para su desarrollo sean menores, logrando que a pesar de las condiciones climáticas y del cultivo no se afecte el abastecimiento de estos alimentos”, explicó la experta de BASF.
Los cultivos de este tipo de alimentos también pueden contribuir a la mitigación del cambio climático gracias a que fijan el nitrógeno atmosférico en el suelo de forma natural y en algunos casos liberan el fósforo, disminuyendo significativamente la necesidad de fertilizantes sintéticos. De esta manera, las legumbres se posicionan como cultivos relevantes que aún pueden traer desarrollo en el agro al incentivar la tecnificación, un estilo de vida saludable y la producción eficiente y sostenible.