El boom de las cerezas, nueces y avellanas lidera las plantaciones frutícolas en Chile
La industria frutícola de Chile ha cambiado radicalmente en los últimos años y no solo por el boom de la cereza que ha multiplicado por 19 veces su superficie plantada en el país desde el año 2000.
Una serie de factores que van desde la rentabilidad de los cultivos hasta la sequía y el cambio climático, han hecho que las decisiones de los agricultores chilenos se orienten hacia nuevos cultivos.
Así, según los datos de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), hace 10 años plantaciones como la vid de uva de mesa, los paltos y los manzanos, dominaban la industria. Hoy, el cerezo se ha distanciado, con más de 16% del total de la superficie en Chile, el nogal se ha quedado con el segundo lugar y el avellano ha entrado al top cinco del sector.
Desde ese año, la superficie total de frutales del país ha pasado de 286.000 hectáreas (ha) a más de 375.000 ha, y ese crecimiento ha venido acompañado de un reordenamiento total de los cultivos.
“Actualmente, la oferta de activos agrícolas es mayor que la demanda, dado que existen especies y/o variedades que han perdido competitividad en el mercado, ya sea por la entrada de nuevos oferentes o cambios en la demanda o variedades”, dice Osvaldo Errázuriz, jefe del Área Agrícola de GPS Property.
Desde un punto de vista inmobiliario, agrega que se ha “denotado que la demanda por derechos de agua, acentuándose en recursos subterráneos que ofrecen seguridad de riego, ha aumentado considerablemente, lo que conlleva a un mayor valor para esos terrenos”.
Los frutos que lideran la expansión
Además del reconocido boom de la cereza, los avellanos son otro árbol que se ha reproducido masivamente en el país. Sin ir más lejos, los datos de Odepa muestran que en 10 años se han multiplicado por más de seis veces, situándose como el cuarto frutal más grande del país.
Los avellanos europeos, dice Errázuriz, pueden alcanzar rendimientos entre 3.000 y 4.000 kg/ha. “Este cultivo posee como ventaja, además de su mecanización, su factibilidad de explotación en zonas con precios aún más atractivos para la industria agrícola por su adaptación a sus distintos tipos de suelo, a diferencia de zonas más centrales, donde el auge agro-residencial ha aumentado significativamente los precios y se han visto más afectados por la sequía”, explica.
Por ejemplo, destaca la Región del Maule como una zona donde tanto cerezos y avellanos se han tomado la superficie frutal. Respecto a este segundo cultivo, añade que también se observa un “crecimiento exponencial” en el Biobío y Ñuble.
El nogal, en tanto, es otro que ha seguido en la senda del crecimiento. De 17.000 ha en 2012, ha llegado a superar las 46.000 ha en 2022.
Otros frutales, como por ejemplo los limones y los paltos, están concentrados en otras zonas climáticas, como las regiones de Coquimbo, Metropolitana y el borde costero de O’Higgins.
Las variedades que caen
Las producciones en auge contrastan con el paulatino declive de frutales emblemáticos. Este es el caso del manzano rojo, que sostenidamente pierde terreno y ha salido del top cinco a nivel país. La vid de mesa, en tanto, ha perdido más de 10.000 ha en la última década, casi 20% de sus plantaciones.
“En general gran parte de la superficie arrancada se plantó con cerezos y ciruelos (bajo royalty), frutales que ofrecen aún buenos márgenes de rentabilidad. Por supuesto, dado que existen aún restricciones de financiamiento, una cuantía relevante de hectáreas no ha contemplado nuevos proyectos”, estima Errázuriz.
En relación al explosivo crecimiento de algunas frutas, también hay quienes llaman a tener cautela. Juan Pablo Subercaseaux, académico UC y especialista en economía agraria, ha señalado a este medio que el explosivo crecimiento de las cerezas inevitablemente trae un estrechamiento de los márgenes y que aquellos que tienen ventajas competitivas son quienes podrán perdurar en el negocio.