Cultivos de maíz y algodón lideran en semillas certificadas
Si bien los cultivos de arroz, papa, sorgo, arveja, avena, cebada, trigo, soya, ajonjolí, maní, yuca y fríjol, hacen parte de las especies vegetales que se cultivan hoy en el país mediante el uso de semillas certificadas, son maíz y algodón los que más han sacado provecho a ese proceso, con participaciones de 92,4% y 83,7%, respectivamente.
De acuerdo con la definición establecida por la Tamil Nadu Agricultural University, una institución relevante de estudios superiores en India cuya especialidad son los temas agrícolas, la certificación de semillas es un sistema legalmente sancionado de control de calidad de multiplicación de semilla y producción de cultivos.
Y aunque la definición resulta oportuna, al aterrizar el asunto en el mercado local, según lo consignado en la Resolución No. 3168 del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), actualmente hay dos tipos de producción de semillas para uso agrícola que están vigentes.
El primero, es el denominado Sistema de Producción de Semilla Seleccionada. Se trata de un proceso de producción de semillas que no dispone de control de generaciones y cuyos productores registrados para estos fines deben cumplir con los requisitos de calidad referidos a germinación y pureza.
El segundo, es el Sistema de Producción de Semilla Certificada. Este está relacionado con un proceso de producción de semillas que dispone de control de generaciones, cumpliendo los requisitos específicos mínimos de calidad, para que el agricultor tenga un material con estándares físicos, fisiológicos y fitosanitarios permitidos.
Además, se debe tener en cuenta que dentro del Sistema de Semilla Seleccionada, se encuentran todas las demás especies que no pertenecen al sistema de Producción de Semilla Certificada, de acuerdo con lo estipulado por el ICA.
Pero, ¿cuál es la importancia de los cultivos que tienen como base semillas certificadas? Según expertos, también de la Tamil Nadu Agricultural University, el valor está en que este es el punto de partida para una cosecha exitosa. A ello se suma que su uso actúa como mitigador del riesgo de pérdida en la siembra.
Para Carolina Martínez, científica PhD en Biología de la Universidad Autónoma de Barcelona, es importante aclarar que el proceso de certificación de semillas es un instrumento de corte netamente legal que no necesariamente tiene que ver con si el producto que se va a comercializar está modificado genéticamente. Sino que más bien, la certificación quiere decir que las semillas cumplen los estándares de calidad y seguridad.
“No todas las semillas con certificación tienen modificaciones genéticas, pero todas las semillas transgénicas que salen al mercado tienen sí o sí que estar certificadas”, explicó.
María Andrea Uscátegui, directora para la Región Andina de la Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola (Agro-Bio), en diálogo con Agronegocios, agregó que “el uso de este tipo de semilla significa la protección del cultivo y ahorro en insecticidas e insumos, lo que claramente representa mayor rentabilidad para el productor”.
Según informes del Ministerio de Agricultura, entre los beneficios del uso de semilla certificada se encuentran, por ejemplo, un rápido y uniforme establecimiento en campo; una población adecuada de plantas; una menor presencia de malezas, plagas y enfermedades, un mayor adaptación de las especies cultivadas; un mayor potencial de rendimiento; y una mayor calidad industrial, una vez que el producto es cosechado y vendido para procesar.
Hoy, son 150 las empresas que hacen parte del listado oficial de productores de semillas certificadas en el país, las cuales también se encuentran registrados ante el ICA.
Producción según la especie
De acuerdo con las cifras entregadas por el Ministerio de Agricultura, a la fecha cada año se producen, 19,23 millones de kilos de semillas de arroz; 16,6 millones de kilos de semillas de papa; 4,43 millones de kilos de semillas de maíz tecnificado; 1,19 millones de kilos de semillas de soya; 94.686 kilos de semillas de algodón y 7.948 kilos de sorgo.
El gerente general de la Asociación Colombiana de Semillas (Acosemillas), Leonardo Ariza, quien es uno de mayores conocedores del tema y, desde hace 5 años es el portavoz natural del gremio del sector semillas, también habló sobre las bondades de la certificación.
Ariza comentó que las empresas permanentemente están investigando cómo mejorar la calidad de las semillas en cuanto a mayor productividad, resistencia a plagas y/o enfermedades, adaptación al cambio climático y en lograr un mayor valor agregado para los agricultores, el consumidor y agroindustria. Dijo, además, que cada proceso lleva más de siete años de investigación y una inversión en recursos que supera los $7.000 millones.