Cómo el riego inteligente impulsa la agricultura sostenible y la seguridad alimentaria
La gestión eficiente del agua en la agricultura es un factor importante para la sostenibilidad del sector y la seguridad alimentaria del país. Con el cambio climático que altera los patrones de lluvias y aumenta la frecuencia de sequías, el uso adecuado del agua en los cultivos se convirtió en una prioridad. No obstante, la mayor parte del recurso hídrico se pierde debido a métodos de riego ineficientes, lo cual afecta la productividad y genera un impacto negativo en el medio ambiente.
Uno de los desafíos que hay en la actualidad para los agricultores es asegurar que el agua llegue de manera efectiva al suelo y sea aprovechada por los cultivos. De hecho, los suelos arcillosos pueden llegar a almacenar más agua debido a que tienen alta microporosidad, mientras que los suelos arenosos contribuyen a que el drenaje sea más rápido, lo que implica una menor capacidad de retención. Según algunos estudios, conocer la estructura del suelo es crucial para poder diseñar estrategias de riego que eviten el desperdicio y maximicen la absorción de agua por las raíces.
Asimismo, el momento en el que se aplica el riego es otro factor valioso, porque el agua en el suelo se encuentra en un ciclo continuo que, además de involucrar la absorción por las raíces, también transporta nutrientes a través del xilema y transpira por medio de las hojas. De igual manera, cuando la humedad del suelo disminuye significa que la atmósfera está seca, y las plantas en respuesta a ello cierran sus estomas para reducir la pérdida de agua, esto a su vez limita la absorción de dióxido de carbono y afecta su crecimiento. Para poder evitar este problema, los agricultores pueden recurrir a sensores de humedad o a la técnica de la calicata, que consiste en excavar en el suelo para evaluar la disponibilidad de agua con la que se cuenta.
Debe tener en cuenta que aplicar la cantidad de agua correcta es fundamental en el momento del riego. Un error bastante común en la agricultura es exagerar en él mismo. Por este motivo, no solo se desperdicia agua, sino que también puede provocar encharcamiento y afectar el buen desarrollo de las raíces. Para determinar la cantidad óptima de agua, es esencial conocer la profundidad a la que se encuentran las raíces.
Igualmente, durante las primeras etapas de crecimiento, es común que los cultivos requieren un suministro constante de agua para poder desarrollar sus estructuras, pero a medida que estas madurensu demanda hídrica se estabilizará. Una forma efectiva de calcular la cantidad necesaria del recurso es realizar controles periódicos para observar la profundidad y ajustar el riego en consecuencia a esto.
Finalmente, los sistemas de riego juegan un papel clave en la eficiencia del uso del agua. Métodos tradicionales como el riego por surcos o por aspersión pueden generar grandes pérdidas por evaporación o escorrentía. En cambio, sistemas modernos como el riego por goteo permiten una aplicación precisa y localizada del agua, para reducir de esta manera el desperdicio y optimizar el consumo hídrico. Además, la implementación de tecnologías como sensores de humedad y automatización del riego facilitan una gestión más oportuna del recurso.