Censo Agropecuario: preguntas con un tinte económico, las que más incomodan
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Censo Agropecuario: preguntas con un tinte económico, las que más incomodan

La última vez que Colombia hizo un censo agropecuario fue hace 44 años y para expertos levantar información estadísticas del campo, es tal vez, lo más importante que se está haciendo en el sector.
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Pero aún en caballo o en canoa, con perros ladrando y amenazados por avispas o propietarios, ellos siguen su labor. Todo por una causa necesaria en la que el país se embarcó para sacar las estadísticas de un sector estratégico de la economía, pero que padece de olvido crónico por los gobiernos. Hace 44 años no se levanta información del renglón agropecuario en el país.

Estas vivencias hacen parte de una larga agenda de anécdotas de José Miguel Zapata, Andrés Felipe Velásquez y Jorge Leonardo Rivera, integrantes de un ejército de 25.000 censistas, contratados por el Dane (entidad encargada de ejecutar el Censo Agropecuario), que por estos días van de finca en finca, de propietario en propietario, encuestando y averiguando datos, algunos de los cuales, para el gusto de muchos censados, no son como para contarle a todo el mundo.

Algunos, incluso se niegan a responder. Su misión, con un dispositivo electrónico especial en mano (semejante a un teléfono inteligente) es recolectar información para saber cuántos campesinos tiene Colombia, cómo viven, qué poseen y qué producen.

Precisamente, entre las preguntas más negadas, aquellas que hacen sonrojar, que incomodan, que fuerza hacer pausa y que muchos, simplemente, no contestan, son las de tinte económico, como las que tienen que ver con el uso del predio que conforma la unidad productiva: ¿se siembran cultivos o viveros para el autoconsumo o consumo del hogar?, ¿se siembran cultivos o viveros para la venta o trueque? ¿Cuánto es el área sembrada? . O las mismas pero dirigidas a la actividad pecuaria.

“Son preguntas que a muchos incomodan y rechazan. Les da miedo decir qué siembran y en qué cantidad , qué tienen o qué hacen con la producción, porque piensan que les van a poner a pagar más impuestos, o que el predial les va a subir”; cuenta José Miguel Zapata, un censista ubicado en Envigado (Antioquia), sector de Las Palmas, quien con cifras en mano puede decir claramente, que la ciudad le ha quitado terreno al sector agropecuario.

Sin embargo, el Dane es categórico en señalar que este censo no es catastral ni de información de la legalidad de la propiedad. Tampoco levantará datos de cultivos ilícitos.

“El Dane está sometido a una ley que establece la reserva estadística que dice que cuando se le pregunta a un censado, no se puede entregar esa información a nadie, ni siquiera al mismo Estado. Toda la información se entrega anonimizada, entonces no sirve para ningún propósito fiscal ni de nada”, agrega el director del Dane, Mauricio Perfetti.

Hay tendencia a declarar menos de lo que se tiene
Bajo la percepción de temor por creer que el Censo Agropecuario es para ‘ficharlos’, algunos encuestados suelen minimizar lo que en realidad poseen y producen. Los que tienen predios habitacionales (como fincas de descanso o chalets) son los que más tienden a esquivar y mostrarse reacios a ciertas preguntas.

Uno de estos casos lo encontró Andrés Felipe Velásquez, supervisor en Caldas, en la vereda Campoalegre del Municipio de Aranzazu, ubicada a unas dos horas de Manizales, donde la falda menos empinada, dice, parece una pared.

“Cuando se pregunta cuánto mide el lote, nos hemos encontrado con casos que la gente disminuye hasta más de la mitad lo que realmente posee. El dispositivo con el que llenamos las encuestas tiene GPS y esto nos sirve no sólo para ubicarnos, sino también para saber más o menos la medida de los predios”, sostuvo.

El director del Dane, Mauricio Perfetti señala que aún si los censados dan cifras diferentes de las áreas o producción de las unidades productivas agropecuarias (UPA) por los cultivos que tengan, el sistema puede detectarlos.
“Todo lo que los censados reportan de lo que tienen por cada cultivo, debe sumar el área total del predio. Si la sumatoria no cuadra el dispositivo no permite avanzar. Tenemos además la última actualización catastral y mecanismos de control de rendimientos promedio por cultivo”, señala.

Pero hay una pregunta, que aunque es de percepción, pone a sudar a más de uno, incluso a los mismos censistas: ¿usted se considera pobre?. En el Atlántico un campesino, para responderla dio vueltas, y tras consultarle a su mujer, simplemente respondió: “mientras tengamos pies y manos, no somos pobres”.

Perfetti justificó esta pregunta en que si hay una cantidad considerable de hogares campesinos que se autopercibe pobre, es porque hay una presencia alta de esta condición. “Es una pregunta no cuantificable”, dijo.

De 3,9 millones de predios se ha censado 6%
La última vez que Colombia hizo un censo agropecuario fue hace 44 años y para expertos levantar información estadísticas del campo, es tal vez, lo más importante que se está haciendo en el sector.

El censo ya surtió la fase uno, y a medianos de junio se empezó la dos. De los 3,9 millones de predios rurales que tiene el país, se ha censado hasta el momento un 6%, según el reporte entregado por el Dane. Aunque a muchos censistas no les contestan algunas preguntas, el nivel de rechazo reportado en la primera fase, está entre 0,1% y 0,2% y se permite entre un 2 y 3%. Entre octubre y noviembre el proceso de encuestas terminará y en diciembre se darán datos preliminares.

“En general hemos tenido muy buen recibimiento”
Entre largas jornadas de trabajo y caminatas extensas se la ha pasado, los últimos días Andrés Felipe Velásquez, uno de los supervisores del Censo Nacional Agropecuario que ejecuta el Dane y que tiene en marcha la fase dos del proceso. Busca levantar las estadísticas de este sector en el país.

Velásquez hace parte de un grupo de 25.000 censistas regados por todo Colombia con la misión de encuestar a todos los que viven y se sostienen del campo. Buscan campesinos desde la Guajira hasta el Amazonas y por ello deben ir como sea hasta el último rincón. En el momento de la entrevista Velásquez estaba con un grupo de seis censistas en una zona rural del municipio de Aranzazu en Caldas.

¿Cómo los han recibido los campesinos?
Empezamos recorriendo las veredas más grandes de Aranzazu y es halagador encontrar cómo nos reciben. La calidad humana del campesino es muy grande. Incluso nos dan comida y bebidas.

¿Qué han encontrado en los recorridos?
Nada desagradable. Lo único es que la gente piensa que con el censo les van a subir los impuestos y por ello hay una tendencia a no decir en realidad lo que poseen o producen. Hay preguntas que tienen que ver con el área del predio y nos hemos encontrado con casos que algunos disminuyen más de la mitad de lo que posee.

Pero por el GPS que tiene el dispositivo que utilizamos para llenar las encuestas, podemos saber más o menos cuál es en realidad la medida. La gente esconde eso por miedo a impuestos y por ello algunos tratan también de minimizar lo que tienen.

¿Cuánto se demoran haciendo la encuesta?
En promedio unos 40 minutos por encuesta. Pero hay preguntas que la gente tiende a pensar más, como la de ¿usted se considera pobre?. La gente se sonroja y le da como pena.

¿Ahora dónde está ubicado?
En la vereda Campoalegre en Aranzazu (Caldas). Queda a unos 40 minutos del municipio y a unas dos horas de Manizales. Es un territorio empinado, llegamos en jeep y en algunas ocasiones los censistas han tenido que arribar a las fincas en caballo.

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