Cannabis medicinal y el ejemplo canadiense
Como es natural, el ejercicio de abrir camino y consolidar el mercado ha generado grandes interrogantes en torno al norte que debe seguir la industria nacional del cannabis medicinal: ¿se debe exportar flor seca? ¿Vale la pena apostar por los commodities? ¿Existe demanda suficiente para justificar la capacidad instalada? Preguntas muy válidas que, nuevamente, como es natural, no siempre encuentran una sola respuesta y que, en consecuencia, producen cierta sensación de incertidumbre -especialmente, porque las expectativas cuantitativas no fueron del todo realistas-.
Sin embargo, y como ha ocurrido en otras actividades económicas, la experiencia internacional y las buenas prácticas de otras geografías constituyen una referencia muy valiosa que, a falta de trayectoria, permiten orientar la toma de decisiones y la canalización de esfuerzos del gobierno y las empresas.
En ese sentido, como era de esperarse, el caso canadiense constituye el ejemplo por excelencia de lo que debería emular el sector en Colombia. Dicho mercado, que actualmente es de US$3.000 millones, además de ser económicamente viable, representa una sólida alternativa para el manejo de pacientes con dolor crónico, con condiciones neurológicas o que requieren cuidados paliativos. Esto a su vez se traduce en grandes ahorros para el sistema de salud y aumenta el recaudo fiscal de ese país.
Por eso, más que replicar el actuar legislativo o adaptar el mismo modelo de bancarización para las empresas, es necesario que en el escenario local se dimensione que la verdadera esencia de la industria es la medicinal. En la medida en que se asimile que, antes de ser un sector agropecuario o ser una fuente de materias primas para otros mercados, el cannabis es un renglón más de la salud en Colombia, la discusión podrá centrarse en torno a su principal doliente: el paciente.
Ahora bien, como es lógico, tal grado de concepción es un proceso que requiere de trabajo y repetición. Para ello, aspectos como los de la educación y la pedagogía hacia toda la comunidad médica se hacen esenciales para que los beneficios de los cannabinoides puedan estar al alcance de toda la población. De ahí, precisamente, la importancia de apuestas como la de Procannacol, que, con una orientación en pro del paciente y del valor científico, buscan consolidar la naturaleza médica de la industria.
Por otra parte, vale señalar que considerar el ejemplo canadiense resulta ampliamente oportuno para contribuir a la reactivación del país. Esa narrativa, de la que tanto se ha hablado, en torno a elevar las exportaciones, el empleo, el recaudo fiscal, la transferencia de conocimientos y el desarrollo en zonas remotas tiene óptimas condiciones para materializarse gracias a la posición pionera de Colombia y, únicamente, podrá darse con la generación de productos de valor agregado.
Todo ese impacto socioeconómico que, entre otras cosas, fue lo que motivó la acertada decisión por parte del Gobierno de hacer a la industria un Proyecto de Interés Nacional Estratégico (Pine), es posible si el ecosistema se constituye en función del bienestar que representa el cannabis medicinal. Colombia ya dio un primer gran paso con la oferta de farmacias magistrales -como la de Avicanna, que ya está certificada y en funcionamiento-, ahora el reto es que el cuerpo médico del país conozca de sus beneficios y que se dinamice y facilite el acceso a los productos; tal cual como, desde hace algunos años, pasa en Canadá.
Lucas Nosiglia
Presidente de Avicanna Latam