Cada año se inscriben 11.646 estudiantes de veterinaria y 1.616 reciben su diploma
Al año en Colombia se inscriben 11.646 estudiantes en el programa de medicina veterinaria, de los cuales 4.383 son hombres y 7.263 mujeres. Esta carrera es ofrecida en 27 universidades cubre a 14 departamentos del país.
Para el 2018, que son los datos más actualizados entregados por el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (Snies), se matricularon 32.678 alumnos, entre nuevos y antiguos, en el programa de medicina veterinaria, cifra considerable teniendo en cuenta que el pregrado cuenta con una de las deserciones más bajas entre las carreras ofrecidas.
De esa cifra de matriculados, se gradúan al año 1.616 estudiantes, de los cuales 70% son mujeres. Los consultados explicaron que esto se debe a la amplia tendencia de bienestar animal que se viene desarrollando entre los jóvenes, lo que apunta a un interés en la conservación de las especies, a su cuidado y a la prevención en animales caseros, del campo o que están en peligro de extinción.
“Los animales no nos pueden expresar su dolor y la tarea de un veterinario es interpretar estas cosas, aspirar a que tengan una buena calidad de vida, ya sean animales de casa o de producción, ser veterinario es una profesión de pasión y compromiso con la vida”, dijo Juan José Pérez Rúa, estudiante de medicina veterinaria.
Por otra parte, el campo colombiano ha creado una necesidad en torno a la ganadería como actividad económica rentable, lo que también ha aumentado su oferta laboral y ayuda a incrementar el interés por vivir de esta actividad.
“El campo de acción en la veterinaria abarca funciones como prevenir, diagnosticar y curar enfermedades en animales domésticos, silvestres y reproductivos, pero la clave para ser un profesional exitoso está en la especialización”, indicó Cristian Castillo Franz, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria, de la Corporación Universitaria Lasallista (CUL), en Caldas, Antioquia.
Para el académico, la clave del trabajo se encuentra en la preparación de los estudiantes y profesionales en temas puntuales de su campo de conocimiento, por ejemplo, en partes del cuerpo y en el tratamiento y atención a determinadas especies, ya sean grandes o pequeñas.
“Ya no se buscan médicos generalistas. Lo que se quiere es, por decir un caso, un cirujano ortopedista capaz de operar un caballo o un oculista que arregle la vista de un animal doméstico. Hay una oferta laboral que va en aumento, pero casi siempre va acompañada del requisito de la especialización”, dijo el decano.
Frente a esa realidad, de las 27 universidades que ofrecen el pregrado de medicina veterinaria, nueve de ellas tienen programas de especialización, es decir posgrados que están enfocados directamente en esa área de interés, ampliando las posibilidades de cualificación y experticia laboral.
“Durante la carrera nos recalcan la importancia de una especialización, es por ellos que antes de graduarse ya se esta pensando y buscando un posgrado”, complementó la estudiante Maira Lodoño Correa.
Medición de la calidad en el pénsum
La calidad de un programa de medicina veterinaria depende mucho de que posea una planta docente bien conformada y con experticia en diferentes temas, con experiencia y aplicabilidad en el campo o en el consultorio. También es de importancia la infraestructura del campus, pues es algo que se vuelve fundamental para el aprendizaje y la práctica con diferentes especies. La práctica es uno de los elementos fundamentales en el proceso.