Identifican bacterias que regularían las enfermedades en el cultivo de ají y pimentón
Aunque el ají y el pimentón son cultivos de importancia en la agricultura colombiana, la producción puede verse afectada por ciertas patologías. Frente a ello, investigadores de la Universidad Nacional encontraron alternativa para el control de enfermedades en estas siembras, a través de la identificación de bacterias benéficas.
Tras evidenciar que había una carencia en torno a proyectos científicos que se basaran en la búsqueda de una solución conjunta para controlar enfermedades del ají y pimentón por medio del uso de bacterias, Ángela Liliana Rivera Calderón, ingeniera agrónoma, master en Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, y candidata a doctora en Ciencias Agrarias, adelantó la caracterización morfológica y molecular de bacterias asociadas Capsicum spp., en el Valle del Cauca.
La investigación, puesta en marcha de la mano de los profesores Mario García Dávila y Eyder Daniel Gómez López, de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Unal, se enmarcó en la colecta del tejido de plantas de ají y de pimentón en 17 cultivos distribuidos en los principales municipios productores del Valle del Cauca, entre ellos La Unión, Cerrito, Palmira, Candelaria, Restrepo y El Dovio.
“Nosotros nos centramos en hacer recorridos en el Valle del Cauca, uno de los principales productores de ají y pimentón que, en 2021, produjeron más de 100.000 toneladas distribuidas en conjunto con la producción de la Costa Atlántica, Santander, Antioquia, Cundinamarca y Valle del Cauca”, resaltó Calderón.
La colecta del material se llevó al laboratorio de diagnóstico vegetal y microbiología de la universidad, en donde se procesaron las muestras, obteniendo 69 aislamientos, de los cuales, cuatro de ellos arrojaron un potencial biorregulador, y seis especies fueron identificas como no reportadas en el país.
“Encontramos especialmente Bacillus spp., bacterias grampositivas de bacilares que forman endosporas muy resistentes a las condiciones ambientales adversas.Algunas son beneficiosas y se utilizan en la producción de alimentos, en la industria y en la medicina, mientras que otras, como B. anthracis, pueden ser patógenas y causar enfermedades en plantas, animales y humanos”, destacó Calderón.
Estas bacterias benéficas encontradas ayudan a mantener un equilibrio natural en el entorno, protegiendo la aparición de enfermedades, lo que las convierte en una opción para sustituir insecticidas.
“Se espera que, con esa información, se aproveche y se siga avanzando en nuevos estudios que les sirvan a los agricultores, dándoles la oportunidad de tener una forma de regular esas enfermedades bacterianas que se presentan en los cultivos”, precisó la investigadora.
Según Calderón, su uso disminuiría la implementación de plaguicidas que, además de tener un incremento económico para los agricultores, conlleva altas afectaciones del medio ambiente, que se verían también evidenciadas en su consumo humano.
“Uno podría ser optimista y pensar en que se pudiera llegar a una producción libre de todos estos pesticidas, dando inicio a una agricultura orgánica, más limpia y saludable para la salud de las personas”, concluyó la investigadora.